El pasado 05 de junio de 2018 se conmemoró el aniversario 120 del natalicio del poeta español Federico García Lorca, quien nació en Fuente Vaqueros, Granada, España. Siendo niño, bajo la influencia de su madre Vicenta Lorca Romero –maestra de escuela-, desarrolló su atracción por la literatura. Creció amante de la música, en especial del piano. Se formó en Derecho, así como en Filosofía y letras en la Universidad de Granada, donde construyó fama de intelectual por su grupo de tertulia “El rinconcillo”, con el cual viajó en 1919 a Madrid a la Residencia de estudiantes, lugar donde conoce al pintor surrealista Salvador Dalí, con quien –según registros históricos- sostuvo una relación afectiva. Su experiencia en la Residencia de estudiantes potencializa sus virtudes como literato y crítico del contexto político, lo que contribuyó en gran medida a su erupción literaria entre 1928 y 1936, tiempos en los que redactó sus más emblemáticas obras de alto impacto social y político, tales como: El romancero gitano, El llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Bodas de sangre, Yerma, La casa de Bernarda Alba, Poeta en Nueva York, entre muchas otras. Se encontró con la muerte el 18 de agosto –día incierto- de 1936 en Granada, por el camino que conduce de Víznar a Alfacar.

Federico Garcia Lorca - diario juridicoImagen: Federico García Lorca

La formación interdisciplinar del poeta andaluz le permitió alinear sus competencias jurídicas con su estructura ideológica humanista y liberal, resaltando a través de la literatura el contexto histórico en el que vivió, marcado por la transgresión de las garantías humanas individuales, la segregación cultural y la persecución del pensamiento liberal republicano. En este escenario, su obra exalta ese clamor vindicatorio por la libertad de la humanidad frente a cualquier amenaza de restricción. Es así como en el presente artículo se propone contrastar su obra con algunos elementos valorativos de la teoría general de los Derechos Humanos como un experimento exploratorio que propicie un ambiente de relacionamiento entre Literatura  y Derecho.

Los Derechos Humanos fueron reconocidos como una rama del Derecho Internacional Público a partir de la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, carta inspirada en una serie de antecedentes que se remontan a sucesos político-jurídicos del Constitucionalismo inglés, la Revolución francesa, la Revolución americana, entre otros, y que se configuró como una necesidad universal a raíz de la devastación provocada por la segunda guerra mundial. Lo anterior lleva a concluir que la producción literaria de Federico no puede considerarse un desarrollo doctrinario de los Derechos Humanos, empezando porque el poeta nunca fue testigo de este reconocimiento, puesto que para la fecha indicada éste ya había sido silenciado por los fusiles de la opresión. Sin embargo, su obra poética guarda relación con la materia respecto de las causas que le inspiraron: el desconocimiento de garantías mínimas. En ese orden de ideas, no se muestra el trabajo lorquiano como una producción jurídica, sino como una manifestación de la voz popular que ruega por Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Podemos reconocer en su obra una clara inspiración en los siguientes derechos, hoy considerados esenciales para la humanidad:

  • Derecho a la Libertad, Honra y Dignidad Humana:

“En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida”, reza la frase más conocida de este autor. Es por esta convicción que es considerado por muchos el poeta de la Libertad.

Un drama que permite identificar la defensa de la Libertad desde la literatura por parte del autor, es “Mariana Pineda” (1925), en el cual realiza una apología de la histórica mujer con el mismo nombre, cuya ejecución el 26 de mayo de 1831 por haber bordado la bandera de la Libertad es uno de los emblemas de la lucha contra el absolutismo monárquico. En la obra se resalta el Derecho Humano de reclamar por la libertad ante la opresión.

En un aparte del escrito en mención, se puede observar cómo la autoridad judicial ofrece no condenar a la protagonista a cambio de su amor, y ésta con dignidad responde: “¡Eso nunca! ¡Primero doy mi sangre! Que me cuesta dolor, pero con honra”, exaltando el honor y la dignidad de una mujer que pese a su condición de indefensión se aferra a su amor por la libertad.

El poeta nos enseña también, sublimado en la valiente Mariana, que la libertad, la dignidad y el honor no solamente le pertenecen a las personas, sino a los pueblos:

“Yo bordé la bandera con mis manos;

con estas manos, ¡mírelas, Pedrosa!,

y conozco muy grandes caballeros

que izarla pretendían en Granada.

¡Mas no diré sus nombres!”

  • Derecho a la identidad cultural:

Especial importancia tiene para Lorca la identidad cultural de los pueblos, idea que se puede ilustrar en los esfuerzos de éste por visibilizar la cultura gitana y la lucha por valer su individualidad frente al mundo que le azotaba. Una de sus obras cúspide es precisamente “El romancero gitano” (1928), en el cual la luna amartelada es el símbolo de la tragedia que entrelaza el amor y la muerte en este pueblo tan marcado por la desgracia en contextos de totalitarismos. En carta dirigida a Fernández Almagro sobre la que en ese momento era una obra en construcción, se refleja la intención del poeta: “Quiero sacar de la sombra algunas niñas árabes que jugarán por estos pueblos y perder en mis bosquecillos líricos a las figuras ideales de los romancillos anónimos (…) Este verano, si Dios me ayuda con sus palomitas, haré una obra popular y andalucísima”.

El efecto político del Romancero fue tan basilar, que se le considera el texto de la memoria gitana y la reivindicación de su mundo. El genocidio gitano, tan presente en la historia, no sólo es castigado por las instituciones jurídicas sino por la literatura, que de forma loable ha marcado una reparación simbólica.

“Tres golpes de sangre tuvo / y se murió de perfil.

Viva moneda que nunca / se volverá a repetir.

Un ángel marchoso pone / su cabeza en un cojín.

Otros de rubor cansado, / encendieron un candil.

Y cuando los cuatro primos / llegan a Benamejí,

voces de muerte cesaron / cerca del Guadalquivir”

La poesía lorquiana sembró la identidad gitana en el cielo de la historia y vuela como en la “Escena del teniente coronel de la Guardia Civil”, donde afirma el gitano:

“He inventado unas alas para volar, y vuelo. Azufre y rosas en mis labios (…) Aunque no necesito alas, porque vuelo sin ellas. Nubes y anillos en mi sangre”

  • Igualdad de género:

Un tema muy presente en los versos del cantor de las injusticias fue el machismo que caracterizaba a la sociedad española de la época; textos como “Yerma” (1934), “Bodas de sangre” (1931), “Mariana Pineda” (1925), “La zapatera prodigiosa” (1930), “La casa de Bernarda Alba” (1936), entre otras, representan el papel de la mujer en esos tiempos y sirven de plataforma para que Federico reclame y exija desde la literatura la Igualdad que merecen las mujeres en la sociedad en relación con los hombres. La representación de Adela en “La casa de Bernarda Alba” exhibe los reclamos del feminismo promovido en su literatura:

“¡No, no me acostumbraré! Yo no quiero estar encerrada. No quiero que se me pongan las carnes como a vosotras. ¡No quiero perder mi blancura en estas habitaciones! ¡Mañana me pondré mi vestido verde y me echaré a pasear por la calle! ¡Yo quiero salir!”

Tal es la profundidad de la obra, que así como Adela representa la liberación, su madre Bernarda es la cara opuesta, el resultado del machismo que se adhiere a la psiquis femenina, sumisa y aparente, lo que vemos en la declaración final de dicha obra cuando la madre declara ocultar las razones de la muerte de su hija y la negación de las convicciones de ésta:

“No quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! ¡A callar he dicho! Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!”

Es así como el fecundo autor desnuda las consecuencias del machismo y muestra la condición de la mujer como víctima de éste en un plano más que físico.

Es posible extraer más referencias en la obra respecto de otros derechos también considerados Humanos, pero estos ejemplos sirven para reconocer la vitalidad de la literatura de Federico García Lorca y su papel reaccionario frente a las nacientes expresiones totalitarias del siglo XX, que callaron su pluma, pero no su esencia.

“Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,

un andaluz tan claro, tan rico de aventura.

Yo canto su elegancia con palabras que gimen

y recuerdo una brisa triste por los olivos”

(Alma ausente, Federico García Lorca)


Federico Garcia Lorca - diario juridicoAutor: William Felipe Hurtado Quintero

Abogado con formación de Maestría en Derecho Constitucional, Director Regional del capítulo Cauca de la Asociación Colombiana de Derecho Procesal Constitucional y Docente en el área de Derecho Público en la Universidad del Cauca.

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Fuente: Diario Jurídico