Mucho ha evolucionado el término “Lobby” desde aquella acción de intentar influir en los pasillos de la Cámara de los Comunes. El concepto de lobby estadounidense como financiadores de campaña políticas -a la vez que como eficaces agentes de cambio en las políticas públicas- no ha ayudado a la imagen de estos colectivos. En Europa siempre ha existido un mayor control sobre este tipo de colectivos a los que se les ha concedido un papel mucho más restringido. Sin embrago, su regulación y reconocimiento es desigual.

impuesto sobre el patrimonioPero que en términos estrictamente normativos las asociaciones de intereses no hayan tenido especial reconocimiento, no quiere decir que no tengan trascendencia es nuestro modelo de democracia. Nos hemos preguntado más veces quién gobierna -recordemos el pionero estudio de Robert A. Dahl- que de la forma en que se toman las decisiones, y quienes influyen sobre ellas, aunque esto último sea tan importante como el primero de los aspectos.

En España existe aún reserva hacia los lobbys. La percepción negativa sobre su actividad se ha manifestado por ejemplo en la inclusión de las regulaciones subestatales dentro de las normativas de lucha contra la corrupción. Pero al margen de la lógica tensión entre efectividad y participación, las asociaciones de intereses son importantes. ¿Por qué?

Lógicamente los lobbys no pretenden conseguir el poder político, sino la creación de bienes públicos para sus miembros. Ejercen una función importante para una sociedad plural y avanzada, donde los procesos de toma de decisión se han más hecho más complejos. En síntesis ejercen una función de:

  1. Representación. La complejidad de nuestra sociedad está basada en su heterogeneidad. La representación de intereses de muy diversa índole, además de su legitimidad, es una necesidad de cualquier sociedad avanzada. Canalizar esos intereses de forma abierta y con la trazabilidad debida forma parte del compromiso con el sistema.
  2. Especialización. La complejidad de los problemas a los que se enfrentan las sociedades contemporáneas requiere de un alto grado de conocimiento y especialización de los asuntos. Informes cualificados y específicos sobre como afectan las regulaciones a sectores concretos, resultan de enorme utilidad para las administraciones públicas.
  3. Permeabilidad. Unos actores activos y dinámicos permiten no solo una más efectiva representación, sino la construcción de bienes públicos a través de la agregación de intereses, la interconexión de sus actores y la disposición de información precisa de cada uno de los sectores implicados. Una sociedad estructurada está mejor preparada para enfrentarse a sus desafíos.

Por su parte, estas asociaciones de intereses necesitan de profesionales para llevar a cabo sus fines. Como tal, también se organizan y se constituyen como un actor más. A menudo su labor ha estado tan oscurecida como la regulación de la propia actividad ¿Por qué son importantes como actor? Fundamentalmente por su labor de intermediación y por su grado de conocimiento de los asuntos que tratan.

  1. Intermediación. Los grupos de intereses son una manifestación más de la pluralidad de las demandas de una sociedad. No buscan sustituir ni cambiar el poder político, porque ni les corresponde ni debe ser su objetivo. Es una labor que requiere de una alta profesionalización en el que el componente ético es esencial. Tienden puentes y comunican grupos y sectores con el legítimo interés publico representado en los poderes legislativo y ejecutivo.
  2. Conocimiento. La labor profesional de los Public Affairs requiere de un profundo conocimiento del sistema, dotes de comunicación, uso de la planificación, capacidad de análisis y síntesis El resultado de una acción colectiva es también aprovechada por el conjunto de la sociedad. No olvidemos que estos grupos también se organizan y compiten entre sí, por lo que siempre estarán buscando la forma de mejorar todos sus procesos de actuación.
  3. Competitivo. (número, capacidad organizativa, de movilización, …

Hemos apuntado en la propia definición como actividad y en la misma función como actores algunas de las carencias y necesidades de los grupos de interés en España. ¿Qué necesitan los lobbys? Regulación, transparencia y conocimiento.

  1. Regulación. Desde 1946 existe en EEUU una regulación de las asociaciones de intereses. En Europa existe desde 2011 un registro de transparencia, donde a 31 de diciembre de 2011 había registradas 12.187 entidades. La Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia, puso en marcha, por vez primera en España, un Registro Oficial de ‘lobbys’, pero no es hasta el tiempo presente cuando por fin se está tramitando una iniciativa del partido en el Gobierno para la Reforma del Reglamento del Congreso de los diputados que implantará un registro obligatorio de grupos de interés así como permitirá disponer de la huella legislativa de cada norma, aportando transparencia al proceso de elaboración de las leyes en nuestro país.
  2. Transparencia. La trazabilidad de los procesos legislativos y regulatorios es esencial. Los conflictos de intereses se resuelven con más transparencia. Tanto los fondos públicos como los privados exigen una gestión transparente.
  3. Reconocimiento. Algunos lobbys, por ejemplo de carácter territorial, con mayor o menor grado de organización han existido siempre, y no han contado con una opinión pública netamente desfavorable. Avanzar en el reconocimiento de la actividad y de sus actores permitirá salir del espacio de sombra y actuar

Desde el punto de vista de una visión pluralista se considera que siempre existe un punto de equilibrio entre los distintos intereses que existen -y compiten- en una sociedad. El resultado de una acción colectiva revierte en el interés de una sociedad. Para ello debe ser transparente, conservar su trazabilidad y estar sometido a regulación específica. Su labor requiere de profesionalidad y componente ético en todas sus actuaciones.


Sobre el autor

  • GUILLERMO MARTÍNEZ
  • Director de Proyectos y Relaciones Institucionales

 

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Fuente: Diario Jurídico