Actualmente, las universidades españolas realizan una elevada inversión en evitar plagios, y cuentan, además, con diversas licencias de programas de detección de fraude en los trabajos académicos.

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Una de estas herramientas es Turnitin, el programa anti-plagio más utilizado en España. La herramienta compara las frases de los textos analizados con los publicados en una base de datos de 45.000 millones de páginas web. Luego, muestra las partes coincidentes y las fuentes de las que han sido tomadas para que el profesor pueda valorar el grado de similitud. Sin embargo, y de acuerdo con los recientes acontecimientos, el plagio o copia está lejos de ser erradicada.

Según apuntan los expertos legales de DAS Seguros, las universidades siguen basando las tareas de la lucha contra el plagio en un texto de 1954, el Reglamento de Disciplina Académica, que pese a haber sido aprobado hace más de 60 años, todavía rige en las universidades españolas. Los distintos gobiernos han incumplido el plazo para renovarlo en 2010, una fecha fijada por el decreto del Estatuto del Estudiante Universitario.

Ahora, con un estudiante conectado y con fácil acceso a la información en Internet, el riesgo de plagio es alarmante incluso para los expertos de la Real Academia de Doctores de España, que ha alertado de la necesidad de un sistema de control más consistente, así como de la formación ética a alumnos y profesores para evitar plagios en las tesis doctorales.

En países como Reino Unido, el estudiante puede llegar a ser expulsado por plagio.

Sin embargo, ¿a qué riesgos se enfrenta un alumno español por fraude académico? El consenso universitario asegura que aunque las universidades cuentan con herramientas cada vez más eficaces para detectar plagios, siguen careciendo de un reglamento nacional y moderno que les diga a qué se enfrentan si hacen uso del “copia y pega” o si directamente subcontratan.

¿Suspenso o expulsión?

Entre los deberes de los universitarios está el “abstenerse de la utilización o cooperación en procedimientos fraudulentos en las pruebas de evaluación, en los trabajos que se realicen o en documentos oficiales de la universidad”. Esto incluye copiar en un examen o plagiar un trabajo. Sin embargo, la pena máxima en caso de ser descubiertos es el suspenso en la asignatura.

A falta de un reglamento adaptado a las actuales necesidades, algunas universidades han tomado la decisión de redactar y aplicar sus propias normativas. Es el caso de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona, que ha innovado en la interpretación de ese deber e incluyen omitir conscientemente el reconocimiento de una persona en trabajos o actividades académicas, o falsear esta aportación.

Así mismo, añaden en la definición de plagio: “la copia, las citas evidentemente incorrectas en los documentos y las demás carencias graves de respeto a la propiedad intelectual, la publicación duplicada de trabajos no autorizada, la supresión relevante de datos pertinentes o la inclusión de datos falsos”. O sea, el plagio en sus muchas acepciones, con una sanción que puede llegar hasta la expulsión. Por otra parte, en caso de defraudar un trabajo de fin de grado o máster, el castigo supone, de facto, no conseguir el título.

Ante esta circunstancia, los expertos legales de DAS Seguros aconsejan utilizar correctamente las normas de citación APA, y huir del copia/pega, porque puede ser fácilmente detectado, y tarde o temprano puede invalidar la solidez y la credibilidad de un trabajo asociado a un título. Así mismo, explican que es muy importante tomar siempre los datos de la fuente de la que se obtiene la información para elaborar bien la bibliografía. Por otra parte, destacan que hay que citar la frase o el párrafo directamente del original y acreditar la autoridad y fuente mediante una referencia bibliográfica, también en los párrafos parafraseados, de modo que no se incurra en plagio.

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Fuente: Diario Jurídico