Aunque se trate de una figura casi tradicional en gran parte del mundo, todo parece indicar que la globalización que atraviesa la sociedad actualmente tendría el potencial de saturar a los proveedores de estos servicios de traducción

traductor jurado - diario juridico

En los últimos años hemos visto un proceso de globalización que no solo se ha caracterizado por el desarrollo de las tecnologías de Información y Comunicación (TIC), sino también por una mayor necesidad (por parte de la población) de crecer tanto en el ámbito personal, como en el profesional, lo que en muchos casos puede incluir la migración hacia economías más estables y desarrolladas.

Esto quiere decir que los documentos de carácter legal con el objetivo de ser utilizados internacionalmente son cada vez más demandados, lo que a su vez significa que los traductores jurados se están volviendo parte esencial de este proceso de desarrollo social.

Sin embargo, la estructura por la que se rige la prestación de este tipo de servicios parecería no estar adaptada a las necesidades de la sociedad actual, no solo por la cantidad de traductores profesionales disponibles, sino también por el número de idiomas que se manejan, y las limitaciones que presenta el proceso.

Pero primero, ¿Qué es un traductor jurado?

De acuerdo a lo explicado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación (MAEC), los traductores jurados son los únicos con la potestad de realizar “traducciones e interpretaciones de una lengua extranjera al castellano y viceversa” de carácter oficial, por lo que son los únicos que pueden validar la correcta traducción de ciertos documentos.

Se trata de una figura encargada de llevar a cabo la mayor parte de los servicios de traducción jurídica en el país, es decir, todos aquellos que tengan algún tipo de relación con el campo de la ley, y que serán presentados ante organismos pertinentes. Los mismos pueden incluir a los certificados de nacimiento, antecedentes penales, expedientes académicos, escrituras públicas, contratos legales, poderes, entre muchos otros.

¿En qué países existe?

En la actualidad, la figura del traductor jurado es debatida ya que la misma no suele verse en buena parte del mundo, y no solo eso, sino que en los países en los que sí existe se presentan grandes diferencias en todo lo referente a las autoridades que acreditan a dicho profesional, el tipo de servicio que están autorizados a brindar, las instituciones en las que deben desempeñarse, e incluso el tipo de traducción deben llevar a cabo.

A pesar de las diferencias que puedan presentarse entre cada uno de estos, la realidad es que los mismos tienen presencia en todos los continentes. Acudir a un traductor jurídico (o sus equivalentes internacionales) con el objetivo de solicitar la traducción legal de documentos es obligatorio en países como Argentina, México, Brasil, Canadá, Indonesia, Bélgica, Hungría, Alemania, Sudáfrica, entre varios otros.

¿Realmente dificultan los trámites legales?

Debido a que esta figura existe como una suerte de tradición en estos países, es posible que muchos nunca se hayan cuestionado si la misma puede tener un efecto en la velocidad de entrega de documentos legales, sin embargo, distintos datos parecen apuntar hacia la posibilidad de que esto sea así.

El primero, y más importante, es la cantidad de traductores que existen, por ejemplo, en España. Actualmente, de acuerdo a los datos más recientes del MAEC, existirían alrededor de 6.000 traductores jurados, con una capacidad acumulada de traducir documentos legales en cerca de 35 idiomas.

Aunque no se trate de una cifra corta, la realidad es que alrededor de 700 idiomas (de los más de 7.000 que existen en el mundo) serían ampliamente utilizados en el mundo, por lo que solo manejar 35 puede parecer limitante. Del mismo modo, al tomar en cuenta que en España viven cerca de 46 millones de personas, es posible que la cantidad de traductores jurados no sea suficiente para llevar a cabo este trabajo de forma ágil.

¿Quiénes han ignorado esta figura, y qué alternativas ofrecen?

Uno de los países más conocidos por obviar la necesidad de traductores jurados autorizados por el gobierno, es Estados Unidos, donde no se requiere de ningún tipo de certificado especial para poder trabajar como traductor o intérprete jurado. A pesar de que esta figura no existe de manera oficial, sí existen reconocimientos especiales para todos los profesionales que deseen destacar en esta área laboral.

En Europa también podemos presenciar el caso del Reino Unido, donde tampoco existe ninguna figura que sea reconocida por entidades oficiales como un traductor jurado, sino diferentes certificados que pueden obtener los traductores tradicionales, no solo para demostrar la calidad del servicio que se prestan, sino también para agilizar la creación de bases de datos de profesionales en el área.

Lo mismo sucede en buena parte de Latinoamérica y Asia, donde existen distintas figuras capaces de brindar estos servicios, sin que sea obligatorio que las mismas sean reconocidas por el estado. Aunque es posible optar por trabajar con traductores certificados por gobiernos y entidades oficiales en estos países, la mayoría brinda la opción de que se adquiera servicios de proveedores privados.

De no alcanzarse los estándares, simplemente se rechaza el documento y se espera a que el mismo vuelva a ser elaborado. Aunque implica un riesgo en cuanto al tiempo y dinero que pueda invertirse, la realidad es que agiliza los trámites legales, y por ende, la obtención de todo tipo de documentos de validez internacional.

Si bien es cierto que no existen suficientes datos que puedan comprobar que la actual estructura de certificación puede ralentizar la obtención de documentos legales, sí existen algunos capaces de traer (con validez) esta discusión a la opinión pública, y de cuestionar si es momento de que se reforme la prestación de estos servicios.


Autor: Protranslate, plataforma de servicios de traducción profesional

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